miércoles, 1 de abril de 2009

ANIME

En Japón el mundo del comic manga ha ido unido al cine de animación anime, ambos medios de comunicación han estado siempre relacionados íntimamente. Ambos mundos, el mundo de la historieta y el mundo de la animación han ido emparentados y es frecuente que personajes salten de un medio a otro y eso incluye a los profesionales que trabajan en ambos medios. El lector de manga será inevitablemente un consumidor de anime.

El Japón tiene el record absoluto de mayor productor mundial de animación. Sus inicios en este tipo de largometrajes fueron muy modestos y difíciles.

Al igual que el mundo manga tiene a sus predecesores, el mundo del cine de animación tiene sus antecedentes concretamente en el utsushie o teatro de sombras chinescas, surgido en el siglo XVIII. Las primeras proyecciones en Japón de cine de animación datan de 1913 por Seitarô Kitayama considerado el padre de la animación japonesa destacando las películas Saru Kani Kassen y Momotaro siendo este último proyectado por primera vez en Occidente, concretamente en Francia.

Otros autores que aportaron sus animaciones fueron el pintor Junichi Kôchi con su obra Hanahekonai Shin Ken y el caricaturista Oten Shinokawa con su obra Genkanban no Maki. Noburo Ofuji apartó a sus animaciones una estética muy elevada, permitiendo que alcanzase una gran madurez, el mundo del anime. Estrena su primera película en 1927 de gran éxito entre el público Kujira elaborada con la técnica del Chigoyami o figuras recortadas sobre un papel semitransparente. Noburo Ofuji continuaría con su faceta innovadora al presentar en 1930 el primer dibujo animado japonés sonoro con Sekisho y en 1937 el primer dibujo animado en color con Katsura Hime.








Yasuji Murata aplica a la animación japonesa la técnica de usar cels o láminas de acetato para los dibujos, importada de la animación americana. A finales de los años 20 la producción nipona disminuye debido a la competencia de los cartoons norteamericanos, sin ser esto un impedimento en la aparición de autores como Koshinigi Tanaka realizando en 1930 la película Entoyutsa Pero, realizada con técnicas de siluetas recortadas. Kenzo Masaoka crea en 1932 el primer dibujo animado sonoro con diálogos en japonés Chikara to Onna no Yo no Naka. Kenzo presenta en plena Segunda Guerra Mundial en el año 1943 Kumo to Churippu, considerada una obra maestra de la animación de aquella época. La Segunda Guerra Mundial y la consiguiente militarización del Japón se ve claramente en el anime. Mitsuyo Seo crea en 1933-1935 la serie Sankichi Saru, cuyo protagonista era un simio que dirigía un ejército de simios contra otro de osos panda representando al ejército chino.


Tres años más tarde Mitsuyo Seo realiza la película Momotaro no Umina Shi. En esta película del año 1945 y con una duración de 74 minutos, Momorato lidera un ejército de animales que lucha contra las potencias enemigas de Japón. Acabada la guerra Mitsuyo Seo se asocia con Sanae Yamamoto y fundan los estudios Nihon Dôga teniendo como protagonista en sus producciones al minino Tora-chan.

Yasuji Mori presenta en 1957 la película Koneko no rakugaki y posteriormente la compañía Toei Dôga presenta el largometraje Hakuja-den dirigida por Taiji Yabushita basada en una leyenda china. Esta película y las posteriores producciones serían exhibidas en festivales de cine internacionales, principalmente en occidente.

Las primeras películas estarían basadas en el folklore oriental y que posteriormente la compañía Toei evolucionaría hacia las historias de ciencia-ficción, y algunos títulos orientados al mercado occidental con la narrativa popular europea concretamente el famoso relato de el gato con botas. Nagagutsu no Haita Neko dirigida por Kimio Yabuki en 1969, llegando incluso a ser del logotipo de la compañía.

La animación japonesa no sólo se centraría en el cine sino que tendría una expansión vertiginosa gracias a la televisión. La primera serie televisiva de animación japonesa corresponde a manga Calendar, serie de carácter didáctico producida por el estudio Otogi emitida en junio de1962. Posteriormente le seguiría otro boom televisivo como Astroboy basada en el manga del homónimo Osamu Tezuka emitida en enero de 1963 por el estudio Mushi Productions. Para poder hacer frente a las necesidades de mercado y mantener el ritmo de producción de un episodio de cada serie por semana, los estudios del país adoptaron diferentes técnicas de animación entre ellas la animación limitada, reducción de movimientos de los personajes y la reducción de planos. También se introdujeron sistemas como la congelación de la imagen, inspirada por el Kabuki o teatro popular japonés, consiguiendo con ello aumentar el efecto dramático de una escena y ahorrando dibujos.









En la década de los 60, la producción de series de animación para la TV será muy notable. Las primeras series se filmaban en blanco y negro, apareciendo en 1965 las primeras producciones en color con el caso de Dolphin Oji y Jungla Taipei.
Las compañías Mushi y Toei fueron las primeras, a las cuales se les añadieron TCJ Animation Center con la serie Uchû Ace en 1965. Studio Zero, P: Productions y Tokio Movie Shinsha con la serie Kyojin no Hoshi en 1968. La producción de animes para la televisión había alcanzado una media de 15 series anuales. El aumento de series lleva consigo el aumento de temáticas, apareciendo en 1966 las magical girls como tema con la serie Mahotsukai Rally basada en el manga de Mitsuteru Yokohama.

En 1967, Tatsunoko lanza el primer anime deportivo Meteoro, dedicado a las carreras automovilísticas, otro éxito es el de Tetsujin 28-gô basada en el manga de Yokohama y no podía faltar otro éxito sin precedentes en todo el mundo como es la serie de Mazinger Z.


La presencia de la animación japonesa en occidente tiene sus inicios en la década de los 60, pero es más bien testimonial, son obras muy escasas. Sería a partir de la década de los 70 cuando dicha implantación se aceleraría con series basadas en clásicos literarios Meisaku, destacando la producción de Heidi por Zuiyo Enterprises en 1974, dirigida por Isao Takahata.

La otra colaboración de la animación japonesa con occidente sería con productoras americanas y europeas, las cuales se encargaban de la pre-producción de sus series y las productoras japonesas se encargaban de la animación propiamente dicha.

El primer caso de colaboración en una serie de dibujos animados entre Japón y otro país, lo tenemos en 1966 con King Kong, la fabricación fue llevada a cabo por Toei para la productora norteamericana Rankin-Bass. Las compañías occidentales encontrarían en Japón un país con un gran potencial económico, rápido y eficaz para la producción de animación.


La animación japonesa cuenta con una muy buena cantera de directores independientes en la realización de cortometrajes denominados de autor. Un ejemplo muy claro lo tenemos en el realizador Osamu Tezuka, que trabajó tanto en el terreno de las grandes producciones para un consumo mayor de público, como en cintas de tinte personal en cortometrajes. Destacamos la película Aru Machikado no Monogatari (1962), la visualización animada de la música de Modest Mussorgsky en el film Tenka Kai no E (1966), la película Jumping, Brokendawn Film y Mori no Densetsu. Osamu Tezuka también realiza largometrajes animados para adultos con títulos como Senya Ichiya Monogatari (1969) y Cleopatra (1970) y Bella Donna (1973), ambientado en la Francia medieval.









Otro destacado realizador en este campo fue el director Yoji Kuri con sus grotescos cortometrajes como Human Zoo (1962), Ai (1963), Au fou! (1967) y Midnight Parasites (1972) entre los títulos más destacados.

Otro destacado creador fue Renzo Kinoshita con títulos como Made in Japan (1972) y Japanese (1977), películas satíricas de la sociedad japonesa y la desgarradora y antibélica Pica Don (1978).

El creador Tadahito Mochinaga destacó en el campo de la animación de muñecos, técnica de realización que pronto tendría discípulos como Kiwachiro Kamamoto, autor de magníficos cortometrajes basados en el folkore autóctono destacamos entre todas ellas Oni (1972) y Dojoji Temple (1976) y Tadanari Okamoto realizador de mediometrajes como Okonjoruri (1982).

Otro excelente realizador para unirse a la lista de nombres sería el de Fusako Yukaji especializado en la animación con plastilina. Taku Furukawa homenajea en sus metrajes al dibujo animado primitivo en su obra Phenatiskiscope (1975) y en TarZAN (1990) parodiando al hombre mono.

Hal Fukushima aporta a este género sus películas más destacadas como son Tobira (1971), The Cyclemen (1981) y Cube (1987).

Otro gran realizador sería Tadanari Okamuto con sus metrajes Mochi-Mochi no ki (1972) y Are ha dare (1976).

Sadao Tsukioka filmó cortometrajes con Shin Tenchizoso (1970) y Yoake (1985) Keichi Tanami experimentó en la animación con Goodbye Elvis and USA (1971) y Goodbye Marilyn (1975), siendo pintor y escultor.

Shinichi Suzuki funda los Studio Zero, destacándose a lo producción de series comerciales como a las movies personales destacando Ten (1971), Hyôtan (1976) y Bubble (1980). Tatsuo Shimamurra destacó por utilizar varias técnicas kachofugetsu en 1985.

Siendo Japón el máximo productor del mundo en el campo de los manga y anime, tiene desde 1985 el Hiroshima Animation festival. Certamen que se celebra bianualmente ofreciendo las últimas novedades en el panorama de la animación de autor japonesa y mundial, siendo uno de los principales festivales del mundo dedicadas a la animación.










A finales de los 70 el anime alcanza su etapa de madurez, con la aparición de temáticas más adultas, la proliferación de adaptaciones de los manga más exitosos y principalmente la creación de los OVA ( Original Video Animation – Animación editada exclusivamente para video ) o producciones creadas especialmente para el mercado de las cintas de video.

El inicio de esta etapa comienza con la creación en 1979 de la seria Kidô Senshi Gundam, iniciando así el género de los robots. Macross se uniría a esta tendencia en 1982 producida por Tatsunoko. En estas producciones tiene una importancia muy relevante la figura del diseñador de personajes, destacando entre ellos a Yoshikaru Yasuhiko y Haruhiko Mikimoto, encargados de los diseños de Gundam y Macross, respectivamente.

Surgen las primeras publicaciones informativas dedicadas al anime, la decana de todas ellas sería Animage nacida en 1978, le seguirían Animec, Fantoche, Animedia, My Anime, Newtype y Anime V.
El primer OVA sale en 1983 titulado Dallos creado por los Studio Pierrot, siendo la primera piedra de un gigantesco mercado en la voluminosa industria de la animación japonesa. Algunos estudios se especializaron notablemente en este formato como es el caso de AIC ( Anime International Company ) siendo la responsable en la década de los 80 y 90 de OVAS tan populares como Bubblegun Crisis, Bubblegun Crash, Tenchi Muyô, Moldiver, El Hazard, Armitage, etc….

En 1984 se crea la fundación del Studio Gainax por Hiroyuki Yamaga, Hideaki Anno y Yoshiyuki Sadamoto creadores Otaku no video(1991), series como Fushigi no Umi no Nadia (1989), Evangelion (1995) y Karekano (1999) basada en el manga de Masami Tsuda, todo ello le permitió ganarse el título de estudio de culto gracias a todos estos OVAS.








La adaptación del manga Akira de Katsuhiro Ôtomo, en largometraje dirigida por él mismo en 1988 crearía la categoría de cine de animación de culto fuera de Japón, muy superior a su tierra natal. La repercusión a nivel internacional se vería reforzada con largometrajes de alta calidad como Robot Carnaval (1987)y el largometraje de Hiroaki Yoshida, Gokiburi Tachi no Tasogare que combina animación e imágenes reales. Hayao Miyazaki funda la productora Studio Ghibli dando éxitos como Kaze no tami no nausikia (1984) basado en el manga del mismo nombre, Tenku no Shiro Laputa (1986), Tonani no Totoro (1988), Majo no Takkyubin (1989), Kurenai no Buta (1991), Mononoke no Hime (1997), Sen to Chihiro no kamigakushi (2001), su colaborador en todas los proyectos es el creador de Hotaru no Haka (1988), Isao Takahata, Omohide Poroporo (1990), Heisei Tamuki Gassen Pomposo (1994), Tonari no Yamada (1999), Tomumi Mochizuki crea el largometraje Umi ga kikoeru (1993), Mimi o Susaeba de Yoshifumi kondô (1996).

La animación japonesa en la actualidad y a nivel internacional de una reputación contundente. Las series hechas por ordenador para TV occidentales son historia pasada, las técnicas de computerización son elementos poco empleadas en las Sudios de animación japoneses. La continua producción de series y OVAS, prosigue la de largometrajes de prestigio.








Los Studio Ghibli tienen una enorme colección de títulos en su filmografía, basta indicar éxitos como Ninja Scroll de Yoshiaki Kawajiri (1993), Ghost in the shell de Mamoru Oshii (1995) basada en el manga homónimo de Masamune Shirow, Jin-Roh de Hiroyuki Okiura (19989, Harmagedon de Rin Taro (1998), Pefect Blue de Satoshi Kon (1988), Millenium Actress de Satoshi Kon (2000), Metrópolis de Rin Taro (2000), Blood the Last Vampiro de Mamoru Oshii y Hiroyuki Kitakubo (2000), Vampiro Hunter D: Bloodlust de Yoshiaki Kawajiri (2001).

Los Studio Ghibli han combinado el software más sofisticado con las técnicas artesanales, creadores de ambas disciplinas son Mitsuo Shionaga en Glassy Ocean (1998) o Takashi Namiki autor de Kono Hoshi no Ue-ni (1999). Destaca también de esta lista de autores independientes Koji Morimoto colaboró en proyectos como Akira o Robot Carnaval y apartando de su cosecha Black and White, Noiseman y tocaima Hustle.

Con estos precedentes el futuro del anime en el siglo XXI está plenamente garantizado, ya que su vertiginosa expansión a nivel global tanto en el desarrollo de nuevas tecnologías digitales como la aparición de nuevos soportes de difusión a las tradicionales TV y cine, internet, DVD, videojuegos y la hornada de nuevos discípulos de los anteriores maestros del anime y manga. Japón tiene todas las cartas ganadoras para mantener el liderazgo en la industria de animación.


El punto de inicio de la expansión manga y el anime en los Estados Unidos tuvo lugar en 1963 con la emisión de la serie Astroboy en la TV. A este éxito le seguirían otras series como Kimba The White Lion, Speed Racer, Marine Boy, emitidas por las cadenas locales en vez de cadenas nacionales como CBS o NBC.

A partir de los años 60 se implantan en los EE.UU códigos que se encargarán de regular la violencia y otros contenidos en la programación televisiva detendría una primera avalancha de animación japonesa en el estado norteamericano.

Hay que esperar hasta la segunda mitad de los años 70 para comprobar un resurgir de un nuevo grupo de fans interesados por el comic y la animación japonesa.
La proliferación de convenciones con la invitación de maestros del manga y anime como Tezuka, la población de las primeros fanzines sobre el tema, el imparable crecimiento del mercado del video y el regreso de las series de anime a las TVs norteamericanas y su éxito arrollador como Battle of the Planets, Comando G o Star Blazers dirigida por Uchû Sen Kan Yamato, basada en el manga homónimo de Leiji Matsumoto, este último fue considerado un director de culto entre sus fans.

Al igual que en Europa, en USA aparecieron primeramente adaptaciones de anime en formato comic-book dibujados por autores locales, posteriormente llegarían los manga auténticos.
Un ejemplo lo tenemos en 1965 con Astroboy en un comic-book en color editada por Gold Key posteriormente adaptarían en 1979 Battle of the Planets, mientras que la Marcel lo haría con Shogun Warriors, un comic-book dedicado a robots procedentes de series anime.

El primer comic de origen japonés publicado en EE.UU sería Yonin Shosei manga del autor Yoshitaka Kiyama en 1931. En el comic relataba sus vivencias en San Francisco donde residió dos décadas. Yoshitaka Kiyama tomó la decisión de autoeditar el libro al ver que ningún diario o revista aceptó publicar su revista.

En el año 1980 salen los dos primeros tomos de Gen of Hiroshima de Keiji Nakazawa, siendo estos los manga genuinamente japoneses publicados en USA. Frederik L. Schodt publica su obra Manga! Manga! The World of Japanese Comics, sobre la animación japonesa editada por Kodansha International es considerado una obra de referencia imprescindible y ayudó a aumentar la curiosidad e interés del público occidental frente a los manga.

El año 1987 es el año en el que los manga se asientan definitivamente en el mercado norteamericano con la edición de Lone Wolf and Cub de Goseki Kôjima a cargo de First Comics, mientras que la editorial Viz Communications publica Mai The Psychic Girl de Ryoichi Ikegami.

Otros éxitos editoriales fueron Kamui del autor Sampei Shirato y Area 88 de Kaoru Shintani. La serie Robotech triunfa como serie anime en los televisores norteamericanos. Esta serie de animación es una combinación de otras 3 Macross, Southern Cross y Mospeada. Carl Marck y Jerry Beck, crean en 1988 la distribuidora Streamline Pictures para promocionar y estender por los EEUU varios animes de calidad entre ellos Akira, tanto para su formato en cines como video.

En los años 90 las series Dragon Ball y Sailor Moon se hicieron un hueco en las cadenas locales a pesar de sus restricciones debido a sus contenidos violentos. Los canales temáticos son la plataforma más adecuada para la emisión de anime en los EEUU tal como Cartoon Network, Sci-Fi Chanel con series como Pokemon, Digimon, Card Captor Sakura, Kinnikunman o Yu-Gi-Oh en las cadenas WB y FOX.








La entrada del manga y anime en Europa fue más lenta con respecto al continente americano. La emisión de series japonesas en la televisión española se realiza a finales de los años 60, pero el verdadero boom sería en 1975 con la proyección de la serie Heidi del autor Hayao Miyazaki. Posteriormente llegaría Mazinger Z en 1978 siendo un robot el protagonista, debido a su excesiva violencia fue suspendida más adelante, ya que estaba dirigida al público infantil.

En Francia triunfaban las series Goldorak y Candy Candy de Gô Nagai popularizándose así el manga y anime en el país galo. En Italia se llegaron a emitir 183 series de anime entre los años 1978 y 1983, un auténtico bombardeo de dibujos animados nipones de diferentes géneros y épocas en las televisiones privadas del país italiano.

La repercusión de la animación japonesa en países como Alemania, Holanda o Gran Bretaña fue menor debido a su escasa emisión en TV. Este bombardeo de series animadas japonesas en TV permitió la aparición de adaptaciones en comics a cargo de artistas locales con resultados de venta muy variopintos. La excepción fue Candy Candy un manga original japonés publicado en Italia, pero en color.

En Europa la introducción del manga para adultos la realiza la revista francesa Le cri qui tue, editada en Suiza por Atoss Takemoto, en la cual trabajaron autores de renombre como Tezuka, Saitô, Ishinomori, Akatsuka entre los más destacados.
En 1980, la editorial española La Cúpula incluye en sus páginas de la revista mensual El Víbora la obra de Yoshihiro Tatsumi. El manga antinuclear Hadáis no Gen, no aparecería en España hasta 2002. La década de los 90 es la década definitiva en la consolidación del manga en Europa.

El éxito de Akira del autor Katsuhiro Ôtomo tanto la versión manga como la versión anime contribuyó como punto clave en dicha consolidación. También es cierto que el fenómeno mundial de Akira lo catalogaron de casual y momentáneo, ya que tenía mucho de occidental y que los manga genuinamente autóctonas del país nipón difícilmente tendrían entrada en el mercado europeo y su consiguiente éxito, debido a su narrativa, y temática.

En 1990 triunfaba en España y concretamente en Cataluña en la TV3 la serie Dragon Ball basada en el manga homónimo de Akira Toriyama. Las aventuras de Son Goku y compañía harían furor entre jóvenes y mayores. La misma suerte tuvo la emisión de Dr. Slump del autor Toriyama, emitida en toda la península por las cadenas autonómicas. El merchandising se pone en marcha debido a la Dragon Ball manía de la serie alcanzando la categoría de mito televisivo a partir del fervor popular del público.

Otras animes también triunfaban por estos años como es el caso de la serie Los Caballeros del Zodiaco y Campeones en la reciente cadena privada de Telecinco, pero sin alcanzar la obsesión mediática de Dragon Ball.

El mercado español había alcanzado su madurez en el mundo manga y anime. La editorial Planeta-DeAgostini inauguraba en 1992 una línea manga con títulos como El puño de la Estrella del Norte y Crying Freeman. Los kioskos se llenaban de colecciones manga, hasta 30 en un mes, a cargo de Planeta-DeAgostini, el mercado editorial de estas series estaba surgiendo y Norma Editorial publicaba Dominion de Masamune Shirow, La Cúpula a la ya mencionada El Víbora donde publicó Tatsumi y Masami Tanaka con su obra Gon.

En Italia proliferaban las colecciones manga de bolsillo a cargo de editoriales como Granata Press, Star Comics, Planet Manga, Dynamic Italia, Play Press, etc…Francia no sería menos y editoriales como Glénat, Tonkam, Dargaud, Casterman y Pika Edition se apuntarían a la moda del manga de bolsillo. La consolidación del mercado manga y del anime en Europa conduciría al movimiento de fans y fanzines.

A principios de los 90 surgen las primeras publicaciones especializadas en Europa a cargo de Animeland en Francia, Anime U.K. y Anime FX en Gran Bretaña, Animania en Alemania, JAMM en Bélgica y Yamato en Italia entre los más destacados del continente. En España surgieron fanzines ante el alubión de colecciones manga como es el caso de Japan Anime Fancine, Mangazone, Manganime, Tsuzuki, Neko, Kabuki, Otakuy Kame, Dokan, Minami, Mas manga, Shirase o Jonu formarían otro club de stilo de publicaciones a la hora de informar sobre la temática anime y manga con un mayor nivel técnico, las publicaciones eran a todo color, incluían el obsequio de un CD-ROM y suplementos especiales con cada número, que venían con datos sobre la cultura y lengua del país nipón.

En el apartado de los libros teóricos sobre manga y anime elaborados en Europa destacan Lumbres des mangas, Casterman (1991) por el belga Thierry Groensteen.
En España la primera obra dedicada al tema sería Mangavisión perfecta guía del tebeo japonés editada en 1995 por Glénat España.


Los primeros certámenes sobre animación japonesa, tanto de manga como anime, se celebraron en los años 70 en los EE.UU. En Europa hay que esperar hasta principios de los años 90. Una de los primeros fue AnimeCon, celebrada en la población británica de Sheffield (1991). Le siguieron posteriormente eventos en Francia e Italia. En España hay que esperar hasta el año 1995 donde se celebra la Primera Convención de Manga y Anime en Barcelona en el mes de abril. Su éxito arrollador obligó a realizar otro evento en el mes de octubre del mismo año, se creaba así el primer Salón del Manga ubicado también en Barcelona. Posteriormente otras ciudades españolas acogerían certamenes como es el caso de Madrid, Zaragoza, etc… Y como es lógico no podían faltar en dichos certámenes maestros de la animación como Shingo Araki y el diseñador de personajes Akemi Takeda.

Existe una diferencia sustancial entre los formatos editoriales occidentales, bien en comi-book de estilo norteamericano, el álbum de tapa dura o blanda en el caso de Europa o el uso de tebeo de varias series, con respecto a los japoneses. En Japón las publicaciones manga son tomos de varios centenares de páginas algunas de 1000 páginas como es el caso de Comic Afternoon, se usan impresos de papel de baja calidad, con tinta que generalmente suele ser el negro, pero también se usan otros colores como el azul, amarillo, verde, naranja y rosa.

En Japón el precio de un manga resulta gracioso en comparación con los precios de los comics en Europa y América, un manga como Shônen Jump de 400 páginas cuesta menos de 2 € mientras que un comic-book norteamericano editado por Marcel o DC de 32 páginas cuesta 2,50 $, sin ólvidar la publicidad que viene en ellos que suele ser 1/3 del papel emitido.